la niña inés

Las apariciones de La Virgen María en Cubas de la Sagra están perfectamente documentadas en términos históricos pues se ha conservado copia de todas las investigaciones que en su día fueron llevadas a cabo respecto de las visiones marianas que tuvo Inés Martínez y las declaraciones que se tomaron por los peritos nombrados en la época tanto a Inés como a aquellos que obtuvieron la gracia de algún milagro. La copia del manuscrito original se titula «Testimonio de los Santos Aparecimientos de Nuestra Señora Santa María de la Cruz, hechos a la pastorcita Inés, vecina y natural de la villa de Cuvas, sacado de su original antiguo de un libro un cuarto, y de otro traslado del menos antiguo, pero muy devorados, y carcomidos con la injuria de los tiempos, y antigüedad. Trasladados por mí, Fray Joachin Díaz Bernardo, Religioso Menor de la Observancia de N. P. S. Francisco y Vicario de este Convento de Santa María de la Cruz (vulgo Santa Juana). Año 1789.»
Inés hija de Alfonso y Mari era una chiquilla de doce años que se dedicaba a cuidar cerdos. El día 3 de marzo de 1449, lunes, estando en el lugar conocido por “Fuente Cecilia”, se le apareció por primera vez la Virgen María y mantuvieron lo que sería su primera conversación:
- ¿Qué faces aquí, fija?
- Guardo estos puercos.
- ¿Por qué ayunas los días de Santa María en viernes?
- Porque me lo mandaron mis padres.
-Faces bien; pero poco tienes que ayunar este año. Ayúnalo después en los días que cae Santa María, que quien lo ayuna gana ochenta mil años de perdón. E te mando que digas a todas las gentes que se confiesen e aderecen sus ánimas, que sepan que ha de venir gran pestilencia del dolor de costado e de piedras roñas envueltas en sangre, de lo cual morirá mucha gente.
- ¿E de esta pestilencia moriré yo en mi padre e mi madre?
- Eso será como Dios quisiese.
Inés guardó silencio y no contó a nadie lo que le había ocurrido. Al día siguiente, el martes 04 de marzo, a mediodía, en El Arroyo de Torrejon, se volvió a aparecer la Virgen:
- ¿Qué faces aquí, fija? Fija, ¿por qué no dijiste lo que te mandé ayer decir?
- No lo he osado decir por recelo que no sería creída.
-Cata que te mando que lo digas, e si no te creyeren, yo te daré señal para que te crean.
- Señora, ¿quién sois?
- Eso no te diré agora.
Inés, al regresar a su casa, contó a sus padres lo que le dijo la Señora; su padre no quería que hablara con nadie pues creía que mentía; su madre por el contrario, le animó a hacerlo.
Se corrió la voz por el pueblo y muchos vecinos acompañados por el clérigo, Don Juan González, acudieron a casa de Inés.
La tercera aparición de Nuestra Señora tuvo lugar el viernes 07 de marzo a mediodía en Prado nuevo. El diálogo fue el siguiente:
–Fija, ¿has dicho lo que te mandé decir?
–Sí, Señora, lo he dicho a mi padre e a mi madre e otras personas.
–Lo has de decir e publicar al clérigo e a todas las gentes sin ningún miedo ni temor.
Inés hija de Alfonso y Mari era una chiquilla de doce años que se dedicaba a cuidar cerdos. El día 3 de marzo de 1449, lunes, estando en el lugar conocido por “Fuente Cecilia”, se le apareció por primera vez la Virgen María y mantuvieron lo que sería su primera conversación:
- ¿Qué faces aquí, fija?
- Guardo estos puercos.
- ¿Por qué ayunas los días de Santa María en viernes?
- Porque me lo mandaron mis padres.
-Faces bien; pero poco tienes que ayunar este año. Ayúnalo después en los días que cae Santa María, que quien lo ayuna gana ochenta mil años de perdón. E te mando que digas a todas las gentes que se confiesen e aderecen sus ánimas, que sepan que ha de venir gran pestilencia del dolor de costado e de piedras roñas envueltas en sangre, de lo cual morirá mucha gente.
- ¿E de esta pestilencia moriré yo en mi padre e mi madre?
- Eso será como Dios quisiese.
Inés guardó silencio y no contó a nadie lo que le había ocurrido. Al día siguiente, el martes 04 de marzo, a mediodía, en El Arroyo de Torrejon, se volvió a aparecer la Virgen:
- ¿Qué faces aquí, fija? Fija, ¿por qué no dijiste lo que te mandé ayer decir?
- No lo he osado decir por recelo que no sería creída.
-Cata que te mando que lo digas, e si no te creyeren, yo te daré señal para que te crean.
- Señora, ¿quién sois?
- Eso no te diré agora.
Inés, al regresar a su casa, contó a sus padres lo que le dijo la Señora; su padre no quería que hablara con nadie pues creía que mentía; su madre por el contrario, le animó a hacerlo.
Se corrió la voz por el pueblo y muchos vecinos acompañados por el clérigo, Don Juan González, acudieron a casa de Inés.
La tercera aparición de Nuestra Señora tuvo lugar el viernes 07 de marzo a mediodía en Prado nuevo. El diálogo fue el siguiente:
–Fija, ¿has dicho lo que te mandé decir?
–Sí, Señora, lo he dicho a mi padre e a mi madre e otras personas.
–Lo has de decir e publicar al clérigo e a todas las gentes sin ningún miedo ni temor.

El clérigo del pueblo, Don Juan González, tras charlar con la niña y preguntarle todos los detalles le dijo:
– Ve hoy y si vieres a esa Señora demándale señal para que lo creamos.
Inés siguió con sus ocupaciones diarias cuidando los cerdos. La Virgen no se le apareció hasta el domingo 9 de marzo en la Ciroleda donde, temerosa de su padre, se arrodilló e imploró a La virgen que se apareciera. La virgen le dijo:
–No hayas miedo -dijo la Señora.
–Señora, ¿quién sois?
–Yo soy la Virgen Santa María -respondió ella.
La Virgen se acercó a la niña, le tomó la mano derecha y, apretándosela, le dejó todos los dedos juntos y el pulgar formando cruz con los demás. Y le dijo:
-Anda, vete con esta señal porque crean, e aquesto pasarás tú por ellos, e vete a la iglesia, e llegarás cuando salgan de Misa, en enséñalo a todas las gentes porque te crea lo que dijeres, pues que llevas señal.
Inés obedeció a La Virgen y al llegar a la Iglesia y acabada la Eucaristía, mostró a todos los presentes el estado de su mano. El pueblo, creyó la señal de la mano pues conocían bien a la niña Inés y sabían que la mano no la tenía así, y con una cruz que realizaron entre todos, fueron al lugar de la última apariciónen procesión.
De nuevo, ese mismo domingo, La Virgen se apareció a Inés.
Nuestra Señora, llamó a la niña por su nombre dos veces, ésta, cogiendo la cruz fue hacia donde estaba La Virgen y situándose a la izquierda de Nuestra Señora fueron juntas caminando hasta que La Virgen tomó con su mano derecha la cruz que portaba Inés, y poniéndose de rodillas, la clavó palmo y medio en la tierra y tras este gesto, dijo a la niña:
– Fija, finca las rodillas de cara a la procesión, e ten la Cruz fasta que llegue. En han de facerme aquí una iglesia que llamen Santa María. Tú fas de volver agora a la iglesia con la procesión. E con algunas criaturas inocentes estará ante mi altar hoy con la noche. E me han de decir dos Misas de Santa María ante mi altar, e te han de poner bajo de los evangelios de dichas Misas. E dichas las dos Misas te han de llevar a la iglesia de Santa María de Guadalupe, e llevarás cuatro libras de cera. Estarás dos días, e a la venida te han de traer acá; en faciendo oración la señal será desfecha.
La niña Inés volvió a la Parroquia cumpliendo los deseos de la Virgen después de informar a los vecinos presentes de lo que había acontecido. Varios de ellos se quedaron custodiando la cruz y, habiendo creído lo sucedido, guardaron la tierra que la Virgen había pisado.
Inés explicó todo lo ocurrido desde la primera aparición a cuatro Notarios: al Vicario Parroquial, al Capellán de Humanes, al alcalde de Cubas y al alcalde de Piedrahita. El acta firmada por los cuatro notarios es remitida al Arzobispo Carrillo que inmediatamente ordena investigar el asunto al Arcipreste de Madrid y al De Illescas (Toledo)
Explicado todo pormenorizadamente por la niña tal y como consta en los archivos históricos que han llegado a nosotros, partió junto a su padre a Nuestra Señora de Guadalupe en Cáceres. El viaje duró cuatro días. En el Santuario, Inés fue examinada por los frailes médicos que dictaminaron que el hecho de que tuviera los dedos de la mano en forma de cruz debía ser una malformación de nacimiento. Al día siguiente, al despertar Inés, la mano estaba curada y sin señal alguna de lo que había ocurrido. Los frailes, asombrados, llevaron a la niña ante dos cuadros de la Virgen de Guadalupe para que les dijera a qué imagen se parecía; Inés reconoció la imagen del cuadro más antiguo.
Lo primero que hace Inés al regresar a Cubas es ir a la cruz y ponerse de rodillas ante ella. En ese instante, vuelve a aparecérsele La Virgen y le responde a la pregunta que le había hecho la niña de por qué se iba a curar en Guadalupe “Eso la enviará a Guadalupe”.
En el lugar donde Nuestra Señora clavó la cruz, se celebró misa a diario hasta que El Arzobispo de Toledo, ordenó el 7 de abril de 1449 que se construyera en ese mismo lugar una Iglesia que fue acabada el 9 de marzo, primer aniversario de la cuarta y quinta aparición. La Iglesia fue construida con mano de obra de voluntarios y numerosísimos testimonios de curaciones milagrosas. La ermita fue popularmente conocida como “Casa de la Virgen” y su advocación es “Santa María de la Cruz”. La fama del lugar fue creciendo y el número de mujeres que decidieron comenzar a vivir en comunidad, lo que dio lugar a la construcción del beaterío junto a la ya conocida “Casa de la Virgen”
– Ve hoy y si vieres a esa Señora demándale señal para que lo creamos.
Inés siguió con sus ocupaciones diarias cuidando los cerdos. La Virgen no se le apareció hasta el domingo 9 de marzo en la Ciroleda donde, temerosa de su padre, se arrodilló e imploró a La virgen que se apareciera. La virgen le dijo:
–No hayas miedo -dijo la Señora.
–Señora, ¿quién sois?
–Yo soy la Virgen Santa María -respondió ella.
La Virgen se acercó a la niña, le tomó la mano derecha y, apretándosela, le dejó todos los dedos juntos y el pulgar formando cruz con los demás. Y le dijo:
-Anda, vete con esta señal porque crean, e aquesto pasarás tú por ellos, e vete a la iglesia, e llegarás cuando salgan de Misa, en enséñalo a todas las gentes porque te crea lo que dijeres, pues que llevas señal.
Inés obedeció a La Virgen y al llegar a la Iglesia y acabada la Eucaristía, mostró a todos los presentes el estado de su mano. El pueblo, creyó la señal de la mano pues conocían bien a la niña Inés y sabían que la mano no la tenía así, y con una cruz que realizaron entre todos, fueron al lugar de la última apariciónen procesión.
De nuevo, ese mismo domingo, La Virgen se apareció a Inés.
Nuestra Señora, llamó a la niña por su nombre dos veces, ésta, cogiendo la cruz fue hacia donde estaba La Virgen y situándose a la izquierda de Nuestra Señora fueron juntas caminando hasta que La Virgen tomó con su mano derecha la cruz que portaba Inés, y poniéndose de rodillas, la clavó palmo y medio en la tierra y tras este gesto, dijo a la niña:
– Fija, finca las rodillas de cara a la procesión, e ten la Cruz fasta que llegue. En han de facerme aquí una iglesia que llamen Santa María. Tú fas de volver agora a la iglesia con la procesión. E con algunas criaturas inocentes estará ante mi altar hoy con la noche. E me han de decir dos Misas de Santa María ante mi altar, e te han de poner bajo de los evangelios de dichas Misas. E dichas las dos Misas te han de llevar a la iglesia de Santa María de Guadalupe, e llevarás cuatro libras de cera. Estarás dos días, e a la venida te han de traer acá; en faciendo oración la señal será desfecha.
La niña Inés volvió a la Parroquia cumpliendo los deseos de la Virgen después de informar a los vecinos presentes de lo que había acontecido. Varios de ellos se quedaron custodiando la cruz y, habiendo creído lo sucedido, guardaron la tierra que la Virgen había pisado.
Inés explicó todo lo ocurrido desde la primera aparición a cuatro Notarios: al Vicario Parroquial, al Capellán de Humanes, al alcalde de Cubas y al alcalde de Piedrahita. El acta firmada por los cuatro notarios es remitida al Arzobispo Carrillo que inmediatamente ordena investigar el asunto al Arcipreste de Madrid y al De Illescas (Toledo)
Explicado todo pormenorizadamente por la niña tal y como consta en los archivos históricos que han llegado a nosotros, partió junto a su padre a Nuestra Señora de Guadalupe en Cáceres. El viaje duró cuatro días. En el Santuario, Inés fue examinada por los frailes médicos que dictaminaron que el hecho de que tuviera los dedos de la mano en forma de cruz debía ser una malformación de nacimiento. Al día siguiente, al despertar Inés, la mano estaba curada y sin señal alguna de lo que había ocurrido. Los frailes, asombrados, llevaron a la niña ante dos cuadros de la Virgen de Guadalupe para que les dijera a qué imagen se parecía; Inés reconoció la imagen del cuadro más antiguo.
Lo primero que hace Inés al regresar a Cubas es ir a la cruz y ponerse de rodillas ante ella. En ese instante, vuelve a aparecérsele La Virgen y le responde a la pregunta que le había hecho la niña de por qué se iba a curar en Guadalupe “Eso la enviará a Guadalupe”.
En el lugar donde Nuestra Señora clavó la cruz, se celebró misa a diario hasta que El Arzobispo de Toledo, ordenó el 7 de abril de 1449 que se construyera en ese mismo lugar una Iglesia que fue acabada el 9 de marzo, primer aniversario de la cuarta y quinta aparición. La Iglesia fue construida con mano de obra de voluntarios y numerosísimos testimonios de curaciones milagrosas. La ermita fue popularmente conocida como “Casa de la Virgen” y su advocación es “Santa María de la Cruz”. La fama del lugar fue creciendo y el número de mujeres que decidieron comenzar a vivir en comunidad, lo que dio lugar a la construcción del beaterío junto a la ya conocida “Casa de la Virgen”